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El ¡ya basta! del PRI al avance democrático

Publicado en el periódico Buen Día...

20 de noviembre de 1996

   a imposición priista de una nueva reforma electoral que finalmente no fue aprobada por toda la oposición (PRD, PAN y PT), tiene todos los visos de ser un ¡Ya basta! del PRI a la democratización que, con grandes sacrificios de amplios sectores del país y a cuentagotas se ha venido dando.

Era en realidad de esperarse que, con el nuevo, avance que la oposición mostró en las elecciones del pasado 10 de noviembre, realizadas en sólo tres estados, los priistas se atrincherarán en la Cámara de Diputados —y seguramente lo harán también en la Cámara de Senadores— para no dejar pasar la reforma electoral perfilada ciertamente a abrir más espacios a la transición democrática:

Al ver venir sus nuevas derrotas para el 97 en los resultados del 10 de noviembre pasado en los estados de México, Hidalgo y Coahuila, los priistas no vacilaron en irse contra sus propios compromisos y en contra incluso de la palabra presidencial, en lo que no es otra cosa que un desesperado intento por atajar desde sus curules en el Congreso de la Unión, el avance arrasador de la oposición.

Al aprobar una reforma electoral que sacó adelante su propuesta de destinar la desorbitada suma de dos mil millones de pesos al financiamiento de los partidos y cancelar la posibilidad de coaliciones para la postulación de candidaturas, el PRI de hecho ha jugado su resto pensando que así ganará en el 97 venidero o que cuando menos retendrá la mayoría —obviamente para seguir mayoriteando—; pero lo más probable es que en el pecado cargue la penitencia y de todos modos y "con más ganas" sea echado a la cola y convertido en oposición.

 

En la fase de negociaciones, que duró dos años y que llegó a concretarse en 17 acuerdos, al gobierno del doctor Zedillo pudo haber consolidado la que en efecto habría sido la reforma más avanzada del fin de siglo y con ello haber abierto camino a la transición democrática; pero a la última hora se espantó de su propio futuro y decidió soltarle la rienda a sus correligionarios congresistas para que al menos ellos fueran quienes asumieran la responsabilidad de lo que pase dentro de ocho meses.

Y uno se pregunta: ¿Si en las pasadas elecciones del domingo 10, el Congreso local pasó a poder de la oposición en el estado de México (22 curules para el PAN, 18 para el PRD y 30 para el PRI), ¿no será posible que en julio de 1997 la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión pase también a poder de la oposición y el presidente Zedillo tenga entonces que quedar supeditado a lo que sus opositores le permitan?

El presidente Ernesto Zedillo se ha apresurado a adelantar que para él ésta ha sido su reforma definitiva y que además será la última de su gestión. A menos que ya esté pensando en acortar su sexenio, la posibilidad de que no sea la última reforma electoral de su gobierno, cabe muy si, como es previsible, el Congreso queda en poder de la oposición el año próximo y ésta se resuelve a dar, ahora sí, el paso definitivo del nuevo siglo. Para ello desde luego que será definitiva la movilización y el voto de los ciudadanos.

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